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Déjese llevar por el primer impulso y que unas simples palabras, las primeras que tenga en la punta de la lengua, fluyan, converjan, se entremezclen y escriba, escriba lo que se le ocurra, al instante, o en algún rincón de su tiempo(si es que quiere pensar lo que va a comentar)
¡Muchas Gracias!

Pablo.-

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PABLO M. PREZ


martes, 14 de mayo de 2013

Gomería al paso - Acrílico sobre bastidor (80x100)




     Dijo San Agustín: “lo que más interesa no es lo que se sufre, sino cómo lo sufre cada uno”. De los filósofos, más que de los hombres comunes, esperamos un sufrimiento distinto; sufrir con la calma e intensidad justas y alcanzar lo sublime por esa vía, es esto lo que se exige de los filósofos.
     Pero de ideas el mundo se llenó rápidamente; mientras que de santos no. Su aparición es más bien lenta: como piedra preciosa.
     De Zenón ya se conocían sus ideas: era el Negador de las Cosas Evidentes. Decía y repetía: el espacio no existe, el tiempo no existe, el movimiento no existe. El mundo entero tenía para Zenón el mismo sonido: si nuestros oídos son incapaces de escuchar la unidad no culpemos al Músico, al Gran Músico, no lo juzguemos inexistente, culpemos, sí, a los oídos, la degradación terrestre de los órganos que nos fueron ofrecidos.
     El problema fue entonces uno: negar la realidad es negar también las jerarquías. Es negar al esclavo y negar también al rey. Si, con este raciocinio, el primero puede entusiasmarse, el segundo, ése, puede no perdonar. Así fue: el tirano lo oyó y no le gustó….

 … Del soberano chino Xuan Zong se cuenta que, admirador profundo del poeta Li Bai, le pagaba las deudas en la taberna, le aderezaba la comida, y llegaba incluso a limpiarle la boca con su propia servilleta real.
     Muchas otras veces en la Historia el poder se arrodilló frente a la filosofía y el arte. Unas por sincera devoción a lo Bello, otras por miedo: los poetas y filósofos tienen conexiones secretas con los dioses y algunos demonios - así se decía y se dice todavía, entre los incapaces de la construcción de palabras o ideas.
     En el tirano de que se habla todas las causas eran esclavas de una: el miedo.
Durante dos años endulzó a Zenón: le ofreció comodidades; días con promesa de oro por debajo. Le pedía, sutilmente: -Abandona las ideas que ponen en causa a la realidad. Mira hacia mi trono; soy el soberano. Soy el que manda quien manda en la realidad.
     Suficiente filósofo para oír sólo lo justo, Zenón prosiguió, con su método, mostrando la inexistencia de la materia y lo ridículo de lo alto.
                                                                                 Gonçalo Tavares, historias falsas (fragmento)

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